lunes, 4 de mayo de 2009

Κάθαρσις

Lunes, 4 de mayo de 2009

S
e despertó un día con la tristeza en sus ojos, pensando en todo en lo que se había convertido. Todas las lágrimas que había derramado, todos los gritos de rabia que habían desgarrado su garganta. Todas esas acciones en las que no se veía representado, todas aquellas que jamás imaginó hacer.
Se levantó pensando en todo el tiempo que había pasado estancado, sin moverse, intentando engañarse a sí mismo con palabras que ni él entendía. Dándose un aliento que no sen
tía. Ocultando y omitiendo una realidad a la que no era capaz de enfrentarse. Una realidad de la que no podía ni quería realmente escapar.

Se paró a pensar en todo su pasado y analizó su línea del tiempo. El último tramo de su -aún corta- existencia estaba lleno de altibajos -más bajos que altos-. Un tiempo de crisis. Un tiempo donde le faltaba el dinero para subsistir en un clima variable donde la salud era lo importante. Aunque él, parecía no percatarse de ello.

Pensaba...
Observaba...
Volvía a pensar...
Analizaba la situación...
Pero sólo sabía lamentarse.

Cada día, con su cerveza en la mano, el cigarrillo en la otra
y la eterna lamentación en su boca, veía como sus pies seguían parados en el suelo en aquella misma baldosa.
Miraba constantemente a su alrededor, esperando encontrar a alguien que le salvara, que hiciera el trabajo sucio por él. Alguien que tuviera lo que él no tenía: decisión, acción y valentía. Alguien que fuese capaz de tomar las riendas de su vida y así salvarle de su decepción constante, de su tristeza inconsolable, de su rabia reprimida...

Con el paso del tiempo, y el transcurso de los días, descubrió que volvía a dormir por las noches, que se levantaba sonriendo, que tenía ganas de hacer cosas, que sin quererlo huía de sus problemas, que ya no pensaba en ellos, que poco a poco no existían. (Re-)Descubrió su risa por todo y por nada. Su optimismo resurgió. Sus sueños regresaron y sus ganas de hacerlos rea
lidad brotaban sin descanso. Sin quererlo volvía a sentirse alegre, volvía a sentir pasión por su (nueva) vida. Sin quererlo se había reinventado.

Reinventarse. Reinventarse de verdad. No un nuevo resurgir de esos que no sirven de nada sino para engañarse a uno mismo. Un resurgimiento sincero y verdadero, de esos que te cambian por dentro y por fuera.

Se destruyó así mismo para nacer de nuevo.