... 'Vamos a dejar estas migas de pan... así, juntos, podremos encontrar el camino de vuelta a casa. Porque perder nuestro camino sería la más cruel de las cosas.'
Este año...perdió su camino. Perdió la persona que solía ser. Perdió todo aquello que configuraba su persona. Todo ese carácter con el que había ganado lo que hoy por hoy tiene o que quizás, tenía. Perdió lo más valioso: se perdió a sí mismo.El viaje duró muchos meses. Y aunque a veces lo da por finalizado, lo cierto es que nunca terminó de llegar hasta la meta. Nunca llegó a cruzar el umbral...
Algunas veces tuvo que viajar solo, otras, tuvieron que tomaron el timón por él...
Una vez que te pierdes a ti mismo, tienes dos opciones: encontrar a la persona que solías ser... o perder a esa persona completamente. Porque, algunas veces, tienes que escapar de la persona que has sido. Y recordar la persona que estabas destinado a ser. Esa persona que tú querías ser; la persona que realmente eres.
George Bernard Shaw escribió una vez: "Hay dos tragedias en la vida: una es perder lo que tu corazón desea... la otra es conseguirlo".Está claro que a Shaw le rompieron el corazón una o dos veces...
Desde mi punto de vista, Shaw era un blando. Porque, ¿sabéis qué? Las tragedias ocurren. Y ¿qué vas a hacer? ¿Rendirte? ¿Dejarlo? No. Para nada. Me doy cuenta ahora de que cuando tu corazón se rompe, tienes que luchar para asegurarte de seguir vivo. Porque lo estás, y ese dolor que sientes... es la vida.
La confusión y el miedo están ahí para recordarte que en algún lugar, ahí fuera, hay algo mejor. Y es algo por lo que merece la pena luchar.
Mientras nos esforzamos en alcanzar las cosas que deseamos, las cosas que creemos que harán nuestras vidas mejores... ignoramos lo que de verdad importa: las cosas más sencillas de la vida. Esas pequeñas grandes cosas que hace que merezca la pena seguir andando hacia delante. Las cosas que probablemente ya teníamos.
Perder lo que tu corazón desea es trágico... pero no trascendental. Se puede seguir viviendo. Se DEBE seguir viviendo. Lo más importante es no amargarse ante las decepciones de la vida. Saber que esas caídas, esos golpes y esas tragedias están ahí para recordarte lo que a partir de ahora no debes volver hacer. Son experiencias que nos deben hacer aún más fuertes. Experiencias que nos ayudarán en el futuro, pero experiencias que quedan en el pasado. Hay que aprender a dejar ir el pasado. Reconocer que todos los días no serán soleados, y que cuando te encuentres perdido en la oscuridad y en la desesperación, recuerdes que sólo en la oscuridad de la noche se pueden ver las estrellas.
2 comentarios:
"Y quién nos lo iba a decir...se secó nuestro jardin...es normal, yo soy marea que viene y se va...y tu la orilla del mar...Y aún preguntas ¿quién perdona a quién?"
Muas
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